top of page

La "cruda" realidad

Por: Camilo Díaz

Sin lugar a dudas una de las tendencias de mayor relevancia en la economía mundial durante los últimos años ha sido el colapso inesperado en los precios del petróleo crudo y de todo el sector energético en su conjunto. Es un asunto que casi nadie vio venir en su momento, sin embargo, ha impulsado gran parte de los cambios en los mercados y economías globales desde 2014. Los bajos precios del petróleo han cambiado las tendencias de consumo, lo que puso en jaque a las millonarias inversiones de los productores de petróleo y gas, causando una reducción del PIB en los países más petroleros, viéndose afectados sin discriminación alguna, es decir, tanto los mercados desarrollados, como los emergentes. Evidentemente, Colombia y la región no son ajenos a este panorama. Su afectación ya se siente en toda la economía del país y se puede considerar que ya ha tocado a la mayoría de los ciudadanos de a pie.

La crisis petrolera tiene orígenes complejos e intricados, pero la explicación puede ser encontrada de manera sencilla en uno de los principios más simples de la economía: la oferta y la demanda.

La producción nacional de Estados Unidos casi se ha duplicado en los últimos 6 años, provocando que las importaciones de crudo que los norte americanos realizaban anteriormente tuvieran que buscar otro destino. El petróleo de Arabia Saudita, Nigeria y Venezuela, países que integran el mayor cartel de países productores y exportadores de petróleo (OPEP), usualmente vendían su recurso a Estados Unidos, y de repente se ven obligados a empezar a competir por los mercados asiáticos, y por lo tanto, se ven obligados a bajar los precios.

En cuanto a la demanda, las economías de Europa y de los países en desarrollo se están debilitando por muchas razones: Disminución en la aceleración de sus economías, el auge de energías alternativas, y hasta los automóviles modernos más eficientes provocan este fenómeno. Así pues, la demanda de combustible se está quedando rezagada. La reciente devaluación de la moneda de China sugiere que la economía del que es ahora el mayor importador de petróleo del mundo, puede estar desacelerando a un ritmo peor del esperado.

Un factor central y más reciente en las fuertes caídas de los precios, dicen los analistas, es la continua falta de voluntad de la OPEP, de intervenir para estabilizar los mercados que son ampliamente vistos como un exceso de oferta. Los precios del crudo de OPEP han caído un 50% desde que la organización se negó a recortar la producción en una reunión de 2014 en Viena. Irán, Venezuela y Argelia han estado presionando al cártel de recortar la producción para concretar los precios, pero Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y otros aliados del Golfo se niegan a hacerlo. Al mismo tiempo, Irak está bombeando en realidad más petróleo que antes, e Irán comenzará a exportar petróleo nuevamente una vez se le retiren las sanciones económicas que occidente la he impuesto por el desarrollo de la energía nuclear.

Las autoridades saudíes han dicho que si cortan la producción y los precios suben, van a perder cuota de mercado y se limita a beneficiar a sus competidores. Ellos dicen que están dispuestos a ver los precios del petróleo mucho más abajo, aunque algunos analistas piensen que no es más que una jugada retórica.

A pesar de este panorama oscuro, se cree que es posible que Arabia Saudita cambie la dirección de su discurso, pues ya ha habido un cierto debilitamiento en la posición pública de los árabes en los últimos días, debido a las presiones de sus pares de la OPEP y de la evidente muestra de debilitamiento en la producción por parte de Estados Unidos y Canadá, pues los bajos precios sostenidos de crudo, vuelven inviable económicamente las técnicas de producción de estos países, basadas en el ya reconocido “fracturamiento hidráulico” o “fracking”, utilizado en yacimientos de tipo no convencional y los que le tienen que agradecer gran parte del auge exploratorio y productor de petróleo y gas que han tenido estos países en los últimos años, pero que presentan costos operativos mucho más altos,  los cuales, provocan que esta tecnología no sea rentable con precios del crudo por debajo de los US $50.

¿De qué manera ha afectado este panorama directamente a Colombia y a los colombianos?

Pues las consecuencias son múltiples y en diferentes ámbitos. Con las políticas de apertura a la inversión extranjera establecidas por los dos últimos gobiernos, el país comenzó a tener un auge en la actividad petrolera, y muchas empresas nacionales y extranjeras decidieron invertir en la exploración y producción de petróleo y gas dadas las condiciones tributariamente y operacionalmente atractivas que les brindó el gobierno. Estas condiciones pueden ser ampliamente discutibles, si representan un beneficio justo para el país y las comunidades, o si favorecían más a los intereses lucrativos de las empresas encargadas de hacer la inversión, pero para este caso no vamos a profundizar en tal discusión. El país se convirtió en una economía ampliamente dependiente del petróleo. La diversificación de las exportaciones en Colombia se redujo, y el petróleo y sus derivados se convirtieron en el principal producto para vender a otros países. La producción llegó a la soñada cifra del millón de barriles de petróleo equivalente diarios, y con un precio rondando los US $100 por barril, nos sentíamos viviendo en una especie de bonanza económica por cuenta del oro negro.

Al presentarse esta coyuntura, las empresas comienzan a reducir sus presupuestos de inversión, pues con un precio rondando los US $45, el retorno de la inversión ya no es tan atractiva, y en muchos casos, inviable. Esto provoca que se desate una reacción en cadena de orden social y económico: Aumento en las tasas de desocupación de personal calificado y no calificado que las petroleras contratan directa e indirectamente. Las exportaciones se reducen drásticamente. En los primeros siete meses de 2015, disminuyeron 32,6% con relación al mismo periodo del año 2014. Este comportamiento obedeció principalmente a la disminución del 53,8% en las ventas externas de combustibles y productos de las industrias extractivas, donde se registró la reducción en las ventas externas de petróleo, productos derivados del petróleo y productos conexos (-57,3 %), y hulla, coque y briquetas (-42,8 %).

Un menor ingreso de dólares a la economía de un país provoca la devaluación de su moneda, pues al existir menos cantidad de dólares circulando en la economía, la oferta del mismo disminuye respecto a su demanda y así el precio sube. Es por esta razón que en los últimos meses, hemos tenido un dólar disparado en sus máximos históricos, por encima de los niveles de los $ 3200. El efecto de la devaluación tiene consecuencias en las cifras inflacionarias de la economía, pues además de los productos de consumo importados, muchos de los productos que se elaboran en el país dependen directamente de insumos importados, que al subir de precio, hacen que el productor industrial tenga que aumentar sus precios de venta al consumidor, lo que en ultimas, termina tocando a todos los ciudadanos comunes y corrientes, los cuales ven que su dinero alcanza para menos y que su costo de vida aumenta notablemente.

Las consecuencias de hechos de entorno mundial y de las decisiones político-económicas tomadas por los últimos gobiernos, pueden ser innumerables. Desde un punto de vista personal, creo que el país no aprovechó la época de auge petrolero y de la industria extractiva y no renovable, para fortalecer otros sectores de la economía menos volátiles, más de largo plazo y renovables. Actualmente, el sector agrícola, industrial y manufacturero está muy golpeado y rezagado por la euforia que generó el petróleo, hecho bastante triste y lamentable considerando la tradición y la riqueza agrícola de Colombia. En momentos de crisis como estos, haber tenido una economía más diversificada y fortalecida por el flujo de liquidez que puede brindar una industria como la petrolera, hubiera sido de gran ayuda para enfrentar épocas grises, en lugar de estar a merced de realidades internacionales incontrolables y que no dependen del país. Por el contrario, la época de “vacas gordas” solamente sirvió para enfermarnos de ese mal odioso y peligroso de la “enfermedad holandesa” en el cual nos volvemos dependientes y adictos a un solo producto, y que hizo que los gobiernos se jactaran mostrando cifras de crecimiento económico históricas, para provocar una sensación generalizada de optimismo y euforia artificial; de la cual, apenas estamos empezando a sentir la resaca de una fiesta algo irresponsable.  

Lo Más Nuevo
Lecturas Recomendadas
Magnetizate
  • Facebook Basic Black
  • Twitter Basic Black
© 2016 Todos los derechos reservados
bottom of page