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Y ahora... ¿De quién reímos?

Por: Leonardo Barbosa

Viñeta: De.Malas

Tras el escándalo y lluvia de críticas que se han presentado a partir de la jornada celebrada el pasado ocho de noviembre, son numerosos los campos de análisis abordados por especialistas en todas las áreas posibles (desde la politología hasta la astrología), que buscan descifrar el significado del resultado, de lo que se pensaba sería una jornada previsible y sin contratiempos.

Al igual que en Reino Unido con el “Brexit” y Colombia con el plebiscito, los pronósticos de las encuestadoras fueron no solamente desajustados, sino desproporcionados respecto a la realidad, esto es especialmente llamativo porque nos encontramos frente a un suceso que pese a ocurrir en lugares geográficamente distantes, nos muestran una serie de características comunes que al parecer se vuelven el pan de cada día para algunas de nuestras “occidentalizadas” sociedades. Son cuestiones de cuidado, pues se espera, no sea una epidemia a otras democracias cercanas o que se vuelva una constante variable de del sentir político de grandes masas poblacionales que ocultan su real sentir (por vergüenza o saber que no es lo mejor moralmente), pero, sin embargo, deciden traicionar al restante de la sociedad que conforman, dejando un sin sabor en la opinión pública.

Estos votantes ocultos y silenciosos, influenciados por el miedo, la desinformación y absurdos nacionalismos, son capaces de cambiar el panorama de las decisiones importantes, fragmentando el orden y la transparencia de los procesos democráticos, pues tampoco participan del debate y la búsqueda de consensos; entre las sombras, esperan para dar una estocada letal hasta el final. Y es ésta ambición por patear el orden, más que apoyar cualquier gobierno razonable, la que está atemorizando el mundo.

 

Sin embargo, para dichos procesos, hay que tener en cuenta las particularidades y el tipo de decisión que se tomaba, sobretodo en el caso de Estados Unidos, decir que lo más llamativo de lo ocurrido, es el contexto del triunfo. Comparable de alguna forma con la victoria del “No” encabezado por Álvaro Uribe. No tanto por el uso de la desinformación y las supuestas mentiras que le eran vedadas a la población, sino por la derrota del aparente poder establecido, lograr derrotar en Colombia a la alianza nacional o en Estados unidos al aparato político de los Clinton, los Obama y los Bush, es la base de la incertidumbre que ahora se vive, pues el poder se ve ahora, desde la otra orilla.

Podemos recordar hace poco, cuando el “leave” en Reino unido y el “No” en el plebiscito en Colombia ganaron, pese a que las encuestadoras señalaban lo contrario, con márgenes muy diferentes, el chiste era: “Lo único que falta es ver a Trump ganando la presidencia de los EUA” o cuando en medios de prensa como la NBS, Barack Obama también bromeaba al respecto: “Trump tiene gran experiencia internacional, siendo amigo de Miss Rusia, Miss Puerto Rico, Miss Italia, Miss Francia, Miss Tailandia, etc.”.. Pero, en aquel momento no se trataba más que de un chiste. A prácticamente a nadie y repito, a nadie se le ocurría que eso pudiera ocurrir (al parecer ni al mismo Trump), la constante negativa de todos los sectores de la sociedad, así como la campaña directa y frontal “anti-Trump” de los medios internacionales, sumada a la lucha realizada por líderes y artistas mundiales, opacaban de manera clara las probabilidades del magnate a ocupar asiento en la oficina oval, quien era apoyado por apenas un par de medios entre los que encontramos a Fox news (que parecían no estar seguros de las probabilidades de Trump) y de medios de sectores extremistas como el ku klux klan.

En esencia, el populismo manejado por dirigentes como Trump, es que buscan soluciones muy “simples” para problemas muy complejos, algo llamativo para un votante, esto hace que toda clase de políticos se contengan de mostrar la realidad cuando ésta puede ser complicada. Logrando que permeen los manipuladores que, aprovechando la ignorancia de muchos ciudadanos cansados, quieren la solución más sencilla sin importar que a largo plazo las consecuencias puedan ser catastróficas, aunque toda decisión importante no tarde mucho en revelar consecuencias.

Así, en poco tiempo todos tendremos que afrontar el peso de esta íntima contradicción de nuestras sociedades de electores, pero de manera contundente la de la sociedad estadounidense, que puede afectar al mundo.

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